CHEN DEL LLEREL Y LAS MONULAS COMO LA BELLEZA EN LA PERCEPCIÓN.


Fieles entonces al principio estético por excelencia de percibir la totalidad de la belleza, entramos a la Tierra de los Monulas cuando despertamos nuestros sentidos y nuestra disposición afectiva para sentir y amar el mundo, percibiéndolo como lo bello mío, lo bello tuyo, lo bello nuestro. Sentir y amar la belleza del ser de lo cercano y lo sencillo. He aquí la alegría de habitar la bella esencia de las cosas. La alegría sublime de habitar Chen del Llerel con las Monulas.



 

Comentarios

  1. El sentido estético y la mirada fenomenologíca que esto nos impone, nos lleva a contemplar el mundo siendo parte del mundo, vivir las texturas y actuar ante ellas, permear tu entorno de tus propias texturas.
    La mirada fenomenologíca es un ejercicio ético más que estético, pues consta en entender, determinar y actuar ante la belleza, las monulas y la tierra, buscar hacer del mundo tu bosque y habitar ese bosque como lo sientes, lo vives y lo haces contigo mismo.

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  2. Ante los ojos humanos encerrados en las metafísicas, lo que se considera bello y bueno suele ser todo cuanto tiene agradables colores y formas, lo llamativo mas no lo opaco, lo que reluce mas no lo que pasa desapercibido. Ese es el caso de las babosas de mar, que a diferencia de las babosas de tierra con quienes no están emparentadas -las primeras pertenecen al orden de los nudibranchia, mientras que las segundas al orden de los pulmonata-, poseen colores sumamente vistosos. El problema es que la belleza de estos moluscos no hace referencia a una de las máximas que los seres humanos suelen emplear, a saber, que entre más bello es algo, mayor es el deseo de tocar. Y es que en el mundo natural, los reptiles, insectos o moluscos con colores más brillantes son sinónimo de muerte inminente. Es decir, la belleza en el mundo natural tiene otra significación, otra forma de darse el fenómeno para quienes cohabitan con los individuos que pueden hacer peligrar la integridad de todos cuanto entren en contacto con él. El modo en que se perciben los colores cambia totalmente porque no transmiten alegría o animan los sentires, sino que dan angustia. Es por lo anterior que podría afirmarse que las percepciones no son simplemente pasividad contemplativa, sino que animan al movimiento, al reaccionar si se tiene cerca algo llamativo, pues con las metafísicas de lo tradicional y convencional que todo lo reducen a seguir parámetros como el que lo colorido genera siempre atracción, no hay que fiarse.

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